Templarios

El final del Temple

En 1291, lo que quedaba del reino de Jerusalén fue destruido por los mamelucos. Este hecho puso en duda la utilidad de las órdenes militares. Los críticos decían que Dios no les concedía victorias  a causa de su proceder erróneo. Corrían muchos rumores y chismorreos sobre los templarios, que los acusaban de ser agarrados, herejes y sodomitas. Su peso político y su riqueza los hacían impopulares.

Este desprestigio fue aprovechado por el rey Felipe IV de Francia para urdir una conspiración contra los templarios de su reino. Reunió «pruebas» de herejía y los arrestó en nombre del inquisidor. De esta manera, pretendía reforzar su imagen de rey defensor de la fe y eliminar las deudas que tenía con la orden. El resto de soberanos europeos siguieron el ejemplo francés y, con el apoyo papal, el Temple fue suprimido en  1312. El último maestre, Jacques de Molay, fue quemado vivo dos años más tarde.   

La caída de San Juan de Acre

San Juan de Acre  cayó después de un sangrante sitio en el que murieron muchos templarios. A la caída de la ciudad, siguió la huida hacia Chipre de las guarniciones que todavía resistían en otros puntos fuertes de la costa: Tiro, Sidón, Beirut, Tortosa de Siria y Atlit. Delante de Tortosa, los templarios todavía tuvieron una guarnición en la isla de Ruad. Pero en 1302 la abandonaron porque era demasiado difícil mantenerla. El maestre del Temple fue a residir a Francia, bien cerca del rey.

El desprestigio y el arresto

El maestre del Temple esperaba movilizar una gran cruzada que reconquistara Tierra Santa, pero esto era una fantasía. La opinión más común, apoyada por intelectuales de la talla de Ramon Llull, era que las órdenes militares debían ser unificadas en una sola. Pero mientras tanto, en un solo día de octubre de 1307, el rey de Francia mandó arrestar a todos los templarios y los obligó con coacciones y torturas a confesar todo tipo de delitos: desde la adoración de ídolos a la negación de Cristo o escupir sobre la cruz.      

El proceso de los templarios catalanes y aragoneses

Jaime II de Aragón decidió imitar a su pariente francés. Pero los templarios ya estaban advertidos, así que muchos de ellos se encerraron en castillos. Fueron necesarios meses para obtener su capitulación. Los interrogatorios no aportaron información concluyente. Finalmente, el papa autorizó el uso de la tortura, pero las confesiones de culpabilidad fueron pocas y el concilio de Tarragona de 1312 decretó la inocencia de los templarios catalanes. Pero mientras tanto el Temple ya había sido suprimido a nivel mundial por una bula papal.

El patrimonio de los templarios

El papa quería que todo el patrimonio inmobiliario del Temple fuera a parar a la orden del Hospital. Sin embargo, Jaime II no veía con buenos ojos la creación de un gran espacio señorial en manos hospitalarias. Por ello, pactó la creación de una nueva orden militar, la de Montesa, en tierras valencianas, que absorbería el patrimonio templario y hospitalario de aquel reino. El Hospital solo conservaría una encomienda en la ciudad de Valencia. En 1317, el patrimonio templario de Cataluña era traspasado a los hospitalarios.