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De martes a sábado, de 10 a 19h
Miércoles, de 10 a 20h
Domingos y festivos, de 10 a 14.30h
La taquilla y la entrada cierran 30 minutos antes del límite horario
CERRADO: Lunes no festivos, 1 y 6 de enero, 1 de mayo, 10 de junio, 25 y 26 de diciembre
Plaza de Pau Vila, 3
93 225 47 00
mhc.cultura@gencat.cat
93 225 42 44. De lunes a viernes, 10 a 14h i 15.30-17.30h.
mhcvisites.cultura@gencat.cat
Autobuses V17, H14, D20, V15, V13, 39, 45, 51, 59 i 120
Metro L4 (amarilla) Barceloneta
Tren a Barcelona. Estació de França
Barcelona Bus Turístico. Línea roja y Barcelona City Tour. Ruta este. Parada “Museu d’Història de Catalunya”.
Hay tres parkings de pago próximos: en Passeig Joan de Borbó, Moll d’Espanya y Moll de la Fusta.
Los autocares disponen de espacios de aparcamiento cerca del edificio del museo.
General 4 euros
Reducida 3 euros
General 8 euros
Reducida 6 euros
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En 1291, lo que quedaba del reino de Jerusalén fue destruido por los mamelucos. Este hecho puso en duda la utilidad de las órdenes militares. Los críticos decían que Dios no les concedía victorias a causa de su proceder erróneo. Corrían muchos rumores y chismorreos sobre los templarios, que los acusaban de ser agarrados, herejes y sodomitas. Su peso político y su riqueza los hacían impopulares.
Este desprestigio fue aprovechado por el rey Felipe IV de Francia para urdir una conspiración contra los templarios de su reino. Reunió «pruebas» de herejía y los arrestó en nombre del inquisidor. De esta manera, pretendía reforzar su imagen de rey defensor de la fe y eliminar las deudas que tenía con la orden. El resto de soberanos europeos siguieron el ejemplo francés y, con el apoyo papal, el Temple fue suprimido en 1312. El último maestre, Jacques de Molay, fue quemado vivo dos años más tarde.
San Juan de Acre cayó después de un sangrante sitio en el que murieron muchos templarios. A la caída de la ciudad, siguió la huida hacia Chipre de las guarniciones que todavía resistían en otros puntos fuertes de la costa: Tiro, Sidón, Beirut, Tortosa de Siria y Atlit. Delante de Tortosa, los templarios todavía tuvieron una guarnición en la isla de Ruad. Pero en 1302 la abandonaron porque era demasiado difícil mantenerla. El maestre del Temple fue a residir a Francia, bien cerca del rey.
El maestre del Temple esperaba movilizar una gran cruzada que reconquistara Tierra Santa, pero esto era una fantasía. La opinión más común, apoyada por intelectuales de la talla de Ramon Llull, era que las órdenes militares debían ser unificadas en una sola. Pero mientras tanto, en un solo día de octubre de 1307, el rey de Francia mandó arrestar a todos los templarios y los obligó con coacciones y torturas a confesar todo tipo de delitos: desde la adoración de ídolos a la negación de Cristo o escupir sobre la cruz.
Jaime II de Aragón decidió imitar a su pariente francés. Pero los templarios ya estaban advertidos, así que muchos de ellos se encerraron en castillos. Fueron necesarios meses para obtener su capitulación. Los interrogatorios no aportaron información concluyente. Finalmente, el papa autorizó el uso de la tortura, pero las confesiones de culpabilidad fueron pocas y el concilio de Tarragona de 1312 decretó la inocencia de los templarios catalanes. Pero mientras tanto el Temple ya había sido suprimido a nivel mundial por una bula papal.
El papa quería que todo el patrimonio inmobiliario del Temple fuera a parar a la orden del Hospital. Sin embargo, Jaime II no veía con buenos ojos la creación de un gran espacio señorial en manos hospitalarias. Por ello, pactó la creación de una nueva orden militar, la de Montesa, en tierras valencianas, que absorbería el patrimonio templario y hospitalario de aquel reino. El Hospital solo conservaría una encomienda en la ciudad de Valencia. En 1317, el patrimonio templario de Cataluña era traspasado a los hospitalarios.
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