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De martes a sábado, de 10 a 19h
Miércoles, de 10 a 20h
Domingos y festivos, de 10 a 14.30h
La taquilla y la entrada cierran 30 minutos antes del límite horario
CERRADO: Lunes no festivos, 1 y 6 de enero, 1 de mayo, 10 de junio, 25 y 26 de diciembre
Plaza de Pau Vila, 3
93 225 47 00
mhc.cultura@gencat.cat
93 225 42 44. De lunes a viernes, 10 a 14h i 15.30-17.30h.
mhcvisites.cultura@gencat.cat
Autobuses V17, H14, D20, V15, V13, 39, 45, 51, 59 i 120
Metro L4 (amarilla) Barceloneta
Tren a Barcelona. Estació de França
Barcelona Bus Turístico. Línea roja y Barcelona City Tour. Ruta este. Parada “Museu d’Història de Catalunya”.
Hay tres parkings de pago próximos: en Passeig Joan de Borbó, Moll d’Espanya y Moll de la Fusta.
Los autocares disponen de espacios de aparcamiento cerca del edificio del museo.
General 4 euros
Reducida 3 euros
General 8 euros
Reducida 6 euros
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Hay tres parkings de pago próximos: en Passeig Joan de Borbó, Moll d’Espanya y Moll de la Fusta.
Los autocares disponen de espacios de aparcamiento cerca del edificio del museo.
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En 1915, con el fracaso del plan Schlieffen, la guerra de movimientos se había desvanecido. Se había entrado en la guerra de posiciones, la guerra de trincheras que caracterizaría el frente occidental hasta el armisticio.
En ese periodo, el conflicto entró con toda su magnitud en Cataluña. El inicio de la construcción del mito de los voluntarios catalanes se combinó con la presencia diaria en la prensa de los textos de los periodistas en el frente. Barcelona se convirtió en un centro de espionaje y propaganda para las potencias beligerantes y la guerra en el mar se hizo presente a lo largo de toda la costa. La vida cotidiana también se impregnó de guerra, desde los juegos infantiles hasta las pantallas de los cines. Las llamas estaban en la frontera, pero se veían desde casa. © de la fotografia de fons: Photoaisa
Con el frente occidental estabilizado después de la batalla del Marne, la imagen de los soldados en las trincheras se convirtió en el emblema de la Gran Guerra. Alambradas, cascos, material de enfermería –con una decisiva participación de las mujeres en hospitales de campaña–, máscaras de gas, todo formó parte de las imágenes que llegaban a Cataluña para explicar lo que pasaba en Verdún y en el Somme (1916), pero también en los Dardanelos (1915), Ypres (1915), Caporetto (1917) y en el Chemin des Dames (1917).
El ejército ruso es barrido cerca de la localidad de Allenstein (Prusia Oriental) gracias a una rápida operación del ejército alemán. Los generales alemanes von Hindemburg i Ludendorff, artífices del plan, son proclamados héroes nacionales
Francia frena la ofensiva alemana en el Marne. La guerra de desgaste empieza en el frente occidental.
La entrada del Imperio Otomano en la guerra en el bando de las potencias centrales, a mediados de noviembre, abrió un nuevo frente a los aliados. Con la intención de acabar lo más rápido posible, los aliados proyectaron una invasión a gran escala en el territorio turco por la península de Galípoli. Cerca de medio millón de hombres murieron, entre ambos bandos, en el transcurso de las operaciones que se llevaron a cabo entre el 17 de febrero de 1915 y el 9 de enero de 1916.
Entre abril y mayo tiene lugar la Segunda Batalla de Ypres, la primera batalla de la historia en la que se usó, de forma masiva, agentes químicos.
La batalla de Verdún, uno de los principales enfrentamientos de la Primera Guerra Mundial, se convierte en un símbolo de la resistencia francesa.
Operación en la cual los aliados intentan aligerar la presión sobre Verdún. La batalla termina alargándose hasta noviembre y provoca cientos de miles de bajas. Fue la primera vez que se usaron tanques.
Italia, que entró en la guerra en favor de los aliados durante el mes de mayo de 1915, es derrotada por los imperios centrales en la batalla de Caporetto, en la frontera italo-austríaca (actual Eslovenia).
Enfrentamiento en el frente occidental liderado por laBritish Expeditionary Force (BEF), donde se utilizan, por primera vez y de forma masiva, tanques para dar apoyo al avance de la infantería. Aunque terminó con victoria alemana, la rápida y arrolladora ofensiva inicial demostró a los aliados que se podían sobrepasar trincheras fuertemente defendidas mediante ataques sorpresa utilizando diferentes equipos de apoyo de forma combinada.
Un grupo de soldados británicos con máscaras antigás parapetados dentro de un agujero producido por la explosión de un obús. Destaca, en el centro, el sargento de la unidad: lleva una máscara antigás modelo small-box respirator, , el característico casco Brodie y un fusil Lee-Enfield con la bayoneta calada. El primer despliegue masivo de agentes químicos se produjo durante la Segunda Batalla de Ypres, a finales de abril de 1915. A lo largo del conflicto, la guerra química devino tan común que aún es posible encontrar restos de munición química sin detonar en los campos de batalla de la guerra.
© de la fotografía: Photoaisa
Un grupo de soldados británicos con máscaras antigás parapetados dentro de un agujero producido por la explosión de un obús. Destaca, en el centro, el sargento de la unidad: lleva una máscara antigás modelo small-box respirator, , el característico casco Brodie y un fusil Lee-Enfield con la bayoneta calada. El primer despliegue masivo de agentes químicos se produjo durante la Segunda Batalla de Ypres, a finales de abril de 1915. A lo largo del conflicto, la guerra química devino tan común que aún es posible encontrar restos de munición química sin detonar en los campos de batalla de la guerra.
© de la fotografía: Photoaisa
Cuando estalló el conflicto, muchos catalanes se encontraban en Francia por razones diversas. Algunos de ellos, como Pere Ferrés-Costa y Camil Campanyà, se alistaron voluntariamente a la Legión Extranjera. Otros fueron movilizados al ejército regular por su condición de nacionalizados franceses, como Frederic Pujulà. Abanderados de la participación catalana en el conflicto, en 1916, un grupo de intelectuales vinculados a la revista Iberia y bajo el liderazgo del doctor Joan Solé i Pla crearon en Barcelona el Comité de Hermandad con los Voluntarios Catalanes, con el objetivo darles apoyo e internacionalizar la causa catalana en el marco de la defensa de los Aliados.
Un grupo de soldados del 1er Regimiento de Marcha de la Legión Extranjera (RMLE) posan sonrientes y felices frente la cámara. Podemos ver que algunos de ellos llevan puesta la Cruz de Guerra (Croix de Guerre), distinción otorgada en reconocimiento a aquellos soldados que habían destacado por su valor en el frente. Esta fotografía se tomó el 3 de diciembre de 1917 en París, en un almuerzo en honor a todos los voluntarios espaoles encuadrados en la Legión Extranjera.
© de la fotografía: Arxiu Nacional de Catalunya
Ponte en contacto con el Arxiu Nacional de Catalunya per poder utilizar esta fotografía
Un grupo de soldados del 1er Regimiento de Marcha de la Legión Extranjera (RMLE) posan sonrientes y felices frente la cámara. Podemos ver que algunos de ellos llevan puesta la Cruz de Guerra (Croix de Guerre), distinción otorgada en reconocimiento a aquellos soldados que habían destacado por su valor en el frente. Esta fotografía se tomó el 3 de diciembre de 1917 en París, en un almuerzo en honor a todos los voluntarios espaoles encuadrados en la Legión Extranjera.
© de la fotografía: Arxiu Nacional de Catalunya
La combinación entre la avidez por conocer las noticias que llegaban desde Europa y un auténtico auge de la prensa diaria, que recibió fuertes subvenciones de las potencias en guerra, convirtieron esos años en el inicio de una época dorada. Los cronistas y los intelectuales ocuparon un lugar privilegiado en los diarios y, en Cataluña y España, nació un nuevo oficio, que renovaría el género periodístico desde los frentes de guerra: el cronista de guerra, con Gaziel como máximo exponente.
A la izquierda, portada del semanario germanófilo “El heraldo germánico”, de 29 de mayo de 1915, editado e impreso en Barcelona. A la derecha, la portada de la publicación semanal aliadófila y catalanista “Iberia”, de 23 de septiembre de 1916, también de Barcelona. En ambos casos, destaca la cantidad de humor gráfico presente en las portadas, usado para menospreciar a los países del bloque contrario.
El museo dispone de un ejemplar de ambas publicaciones
Museo de Historia de Cataluña (Fondo Josep Castellà) © de la fotografía: MHC (Paco Amate)
A la izquierda, portada del semanario germanófilo “El heraldo germánico”, de 29 de mayo de 1915, editado e impreso en Barcelona. A la derecha, la portada de la publicación semanal aliadófila y catalanista “Iberia”, de 23 de septiembre de 1916, también de Barcelona. En ambos casos, destaca la cantidad de humor gráfico presente en las portadas, usado para menospreciar a los países del bloque contrario.
El museo dispone de un ejemplar de ambas publicaciones
Museo de Historia de Cataluña (Fondo Josep Castellà) © de la fotografía: MHC (Paco Amate)
Barcelona se convirtió en una ciudad llena de espías (Mata-Hari, Marthe Richard, Pilar Millán Astray) que actuaban para modificar las condiciones de la neutralidad mientras disfrutaban de las noches en el Paralelo. Todo ello, en medio de una frenética actividad de los consulados francés y alemán, que no dejaban de subvencionar todo tipo de publicaciones con el objetivo de intervenir en la vida política local, como evidenció el caso del comisario Manuel Bravo Portillo.
El Paralelo a vista de peatón, en una estampa de principios de siglo. Podemos ver, al fondo, la fachada del Salón Arnau, conocido music-hall y teatro barcelonés del primer tercio del siglo XX. Buena parte de los espías y agentes dobles que actuaron durante la Gran Guerra en Barcelona se movían en los ambientes de ocio nocturno como el que se ofrecía en las calles Paralelo y Conde del Asalto de Barcelona.
© de la fotografía: MHC (Paco Amate)
El Paralelo a vista de peatón, en una estampa de principios de siglo. Podemos ver, al fondo, la fachada del Salón Arnau, conocido music-hall y teatro barcelonés del primer tercio del siglo XX. Buena parte de los espías y agentes dobles que actuaron durante la Gran Guerra en Barcelona se movían en los ambientes de ocio nocturno como el que se ofrecía en las calles Paralelo y Conde del Asalto de Barcelona.
© de la fotografía: MHC (Paco Amate)
Con el objetivo de aprovechar los beneficios comerciales motivados por la neutralidad, la Mancomunidad de Cataluña y otras instituciones impulsaron la concesión de un puerto franco en Barcelona, que el Gobierno español acabó por conceder en octubre de 1916. Sin embargo, esta situación contrastaba con la dura guerra submarina alemana que provocó el hundimiento de barcos cerca de toda la costa catalana, desde el cabo de Creus al delta del Ebro.
Cartel donde se resume, de forma gráfica, las pérdidas sufridas por la marina mercante española entre el 15 de agosto de 1915 y el 20 de mayo de 1918 a manos de los submarinos alemanes. Aunque España mantuvo una postura neutral durante todo el conflicto bélico, su marina mercante sufrió, en términos proporcionales, una cantidad de pérdidas superior a la de muchos países beligerantes. Del mismo modo, las costas catalanas fueron uno de los escenarios más funestos de la nueva guerra submarina sin cuartel, con episodios como el hundimiento del vapor francés Medjerda, donde perdieron la vida más de 350 personas.
El museo dispone de un ejemplar del cartel expuesto en la exposición.
Museo de Historia de Cataluña (Fondo Josep Castellà) © de la fotografía: MHC (Paco Amate)
Cartel donde se resume, de forma gráfica, las pérdidas sufridas por la marina mercante española entre el 15 de agosto de 1915 y el 20 de mayo de 1918 a manos de los submarinos alemanes. Aunque España mantuvo una postura neutral durante todo el conflicto bélico, su marina mercante sufrió, en términos proporcionales, una cantidad de pérdidas superior a la de muchos países beligerantes. Del mismo modo, las costas catalanas fueron uno de los escenarios más funestos de la nueva guerra submarina sin cuartel, con episodios como el hundimiento del vapor francés Medjerda, donde perdieron la vida más de 350 personas.
El museo dispone de un ejemplar del cartel expuesto en la exposición.
Museo de Historia de Cataluña (Fondo Josep Castellà) © de la fotografía: MHC (Paco Amate)
La guerra pasó a formar parte de la vida cotidiana. No solo por los sufrimientos de los
trabajadores ante la creciente inflación, sino también en lo relativo al mundo del ocio y de los niños. El desarrollo del conflicto era comentado en los cafés y los cines y formaba parte de las fiestas populares, incluso como disfraz de carnaval. Entre los niños y las niñas, la guerra también se convirtió en juego, en la calle y a través de los cromos de las chocolatinas, los soldaditos y los recortables.
Echa un vistazo a algunas de las piezas de la colección del museo presentes en este ámbito
De martes a sábado, de 10 a 19h
Miércoles, de 10 a 20h
Domingos y festivos, de 10 a 14.30h
La taquilla y la entrada cierran 30 minutos antes del límite horario
CERRADO: Lunes no festivos, 1 y 6 de enero, 1 de mayo, 10 de junio, 25 y 26 de diciembre
Plaza de Pau Vila, 3
93 225 47 00
mhc.cultura@gencat.cat
93 225 42 44. De lunes a viernes, 10 a 14h i 15.30-17.30h.
mhcvisites.cultura@gencat.cat
Autobuses V17, H14, D20, V15, V13, 39, 45, 51, 59 i 120
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Tren a Barcelona. Estació de França
Barcelona Bus Turístico. Línea roja y Barcelona City Tour. Ruta este. Parada “Museu d’Història de Catalunya”.
Hay tres parkings de pago próximos: en Passeig Joan de Borbó, Moll d’Espanya y Moll de la Fusta.
Los autocares disponen de espacios de aparcamiento cerca del edificio del museo.
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