Las ciudades

El grueso de las ciudades está formado por artesanos, organizados en gremios, que se agrupan por oficios en una misma calle. Todavía hoy se conservan en las viejas calles de las ciudades nombres de profesiones desaparecidas que las ocuparon: freneros, carderos, alfareros, curtidores… Las casas sirven, también, como taller y tienda, como la del zapatero que se reproduce en la sala.

Las comunidades judía y musulmana viven en barrios propios donde concentran sus casas, los negocios y los espacios de culto. Cada comunidad se rige por sus propias costumbres, gracias a los privilegios reales, pero las relaciones con la mayoría cristiana no son fáciles. La presencia musulmana disminuye rápidamente en las ciudades, pero se mantiene en las zonas rurales del Ebro y el Segre. Los judíos, a pesar de ejercer profesiones muy apreciadas, ven cómo la convivencia se degrada con normas cada vez más restrictivas y humillantes. A finales del siglo XIV, estallan los conflictos más cruentos, cuando se culpa a la comunidad judía de la hambruna y las plagas de la época. En 1391, las juderías de toda de Cataluña son asaltadas y los supervivientes son obligados a convertirse al cristianismo, aunque el culto se mantiene en secreto.

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