Guía de visita al museo

Segunda planta

De la Prehistoria a 1714

Las primeras comunidades

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Vitrinas de la zona central (espacio 1)

Por toda Cataluña se han encontrado restos de diferentes periodos de la prehistoria. En las vitrinas centrales de la sala se presentan algunos de esos objetos que muestran la evolución de los grupos humanos a lo largo del Paleolítico y el Neolítico, un proceso que sigue pautas comunes con el resto de Europa.

Las primeras herramientas de sílex corresponden a comunidades nómadas que viven de la caza y la recolección durante el Paleolítico. Al compararlas se observa que la piedra está cada vez más trabajada para conseguir herramientas más especializadas. A continuación, se encuentran objetos de uso cotidiano relacionados con la práctica de la agricultura durante el Neolítico, como son el molino de piedra para moler grano y restos de piezas cerámicas.

Entre los objetos neolíticos de la tercera vitrina destaca el collar de variscita. Se trata de un mineral utilizado en ornamentos, muy frecuente en los ajuares funerarios de los sepulcros de fosa en Cataluña. La variscita se extrae de minas como las de Can Tintorer, en Gavà, que son poco frecuentes en Europa.

En la última vitrina se exponen testimonios del dominio de la fundición de metales, como el brazalete y los moldes para hacer varillas de bronce.

El final de la prehistoria

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Vivienda de la Edad de Bronce (espacio 2)

En las últimas etapas de la prehistoria nos encontramos con sociedades más complejas, con una cierta especialización en los oficios y organizadas en poblados con una cierta planificación.

En esta sala se ha reconstruido una cabaña de la Edad de Bronce, del siglo VII aC, a partir del estudio del poblado del barranco de Gàfols, en Ginestar (Ribera d’Ebre). La casa, estrecha y alargada, formaba parte de un pequeño poblado con 17 recintos situados a lo largo de tres calles. Las paredes de toba se levantan sobre un zócalo de piedra y en su interior están revocadas y decoradas con pinturas de color ocre. La cubierta, construida con cañas y barro, se apoya sobre vigas de madera.

Al lado de la entrada de la casa, se levanta la despensa sobre una plataforma que protege las reservas de comida de la humedad y de los animales. Los frutos recogidos en el bosque y la caza complementan una dieta basada en el cultivo de cereales y legumbres que después se conservan en los grandes recipientes de cerámica. Al lado del hogar , se observan los molinos de piedra que permitían obtener la harina después de duras horas de trabajo. El hallazgo de pesos de arcilla para tensar los hilos del telar ha permitido deducir que cada hogar confeccionaba sus propios tejidos.

Huellas y pueblos del Mediterráneo

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Cerámica griega (2d)

A partir del siglo VII aC, los pobladores autóctonos entran en contacto con gente procedente del Mediterráneo oriental. Griegos y fenicios expanden su red comercial, fundan colonias a lo largo del Mediterráneo y establecen contactos con los pobladores nativos.

En la vitrina 2D se exponen muestras de cerámica griega decorada con figuras rojas y figuras negras encontradas en Empúries, una de las dos colonias griegas documentadas en Cataluña. Ese tipo de cerámica, así como joyas, herramientas de metal y tejidos finos, se vende a las colonias, donde se compran materias primas como trigo, madera o vino. Los griegos viven separados de la población local, con la que se relacionan a través del comercio. El objetivo de las colonias es, de hecho, establecer bases comerciales, como demuestra el nombre original de esta colonia, Emporion, que significa «mercado».

La cultura de los iberos

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Maqueta de Calafell (3c)

Entre los siglos V y II aC se desarrolla la cultura ibera en buena parte de la costa mediterránea de la península Ibérica, aunque no presenta una uniformidad cultural ni una unidad política.

La maqueta del poblado ibero de Calafell, en la vitrina 3C, nos muestra un recinto fortificado situado sobre una colina para facilitar su defensa y el control del territorio que lo rodea. Se diferencia claramente un palacete, pero las excavaciones también han identificado espacios de culto, por la presencia de un altar. Las casas, de uno o más pisos, están alineadas a lo largo de la calle. Son viviendas familiares, pero a la vez espacios de trabajo y almacén.

Los iberos centraban su actividad en el cultivo de cereales y la ganadería, pero la arqueología ha documentado también la confección de tejidos de lino, en las propias casas, así como la producción de un amplio abanico de objetos de cerámica y metalurgia. Parte de esa producción de cereales y metales se destinaría al comercio con otros pueblos del Mediterráneo.

Provincia del Imperio romano

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Vaso con indicaciones de las distancias entre Roma y Cádiz (4c)

En el 218 aC, los romanos desembarcan en la colonia griega de Empúries con la intención de cortar la retaguardia al ejército de Aníbal durante la Segunda Guerra Púnica contra los cartagineses. De esta forma, se inicia una ocupación gradual del territorio, que se da por terminada en el siglo I aC.

El control del Imperio es posible gracias al desarrollo de una importante red de comunicaciones terrestres. En la vitrina 4C se muestra la réplica de un vaso votivo dedicado a Apolo en agradecimiento por un buen viaje. En su exterior está grabada la ruta por tierra desde Gades (Cádiz) hasta Roma, con indicaciones de las mansio,puntos de parada, y sus distancias. En torno a las vías se levantan nuevas ciudades, habitadas normalmente por veteranos, que son clave en el control del territorio y el proceso de romanización.

Tierra de frontera

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Productos de la ruta comercial (6c)

A principios del siglo VIII, una nueva potencia en expansión, el califato de Damasco, ocupa la península Ibérica desde el norte de África. El actual territorio catalán queda dividido entre un norte controlado por el Imperio franco y el sur bajo el dominio de al-Ándalus, que en el 929 se independiza y proclama un nuevo califato con capital en Córdoba. La frontera se estabiliza en el siglo IX al lado de Barcelona, mientras que en el siglo X se sitúa cerca de Tarragona, en el sur.

A causa de esa evolución en la frontera, la cultura andalusí tiene una influencia más o menos intensa en el territorio, y es más destacada en las tierras de Balaguer, Lleida, Tarragona y Tortosa, que forman parte del mundo islámico, integradas en una comunidad económica y religiosa que se extiende hasta la India. Esa amplia área de influencia les permite tener a su alcance nuevos conocimientos, religiosos y culturales, y también productos exóticos. En la vitrina 6C se han reunido productos muy apreciados en aquel momento, como las especias de la India o el arroz y el papel de la China, que llegan a través de las rutas comerciales.

La leyenda de las cuatro barras

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Leyenda de las cuatro barras (escenografia del espacio 7)

La leyenda de las cuatro barras es uno de los mitos fundacionales más conocidos. Publicada por primera vez en el siglo XVI, intenta explicar los orígenes del emblema de las cuatro barras rojas sobre campo dorado, que primero fue el emblema de la dinastía de la casa de Barcelona y actualmente identifica los territorios que estuvieron bajo su dominio.

Sus dos protagonistas son Wifredo el Velloso, conde de Barcelona, y Luis el Piadoso, rey de los francos. Después de una batalla, el rey premia la fidelidad de su vasallo otorgándole un emblema para su familia: moja los cuatro dedos en la sangre de Wifredo y los desliza sobre un escudo dorado donde deja la marca. Así se convierte en el emblema de los herederos de Wifredo, considerado el fundador de la dinastía, ya que sus hijos son los primeros en heredar el título sin ser designados directamente por el rey. Aunque cabe decir que ese tipo de emblemas no empezaron a fijarse hasta finales del siglo XI, dos siglos después de los supuestos hechos.

La formación de los condados catalanes

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Mapa de los condados (7c)

Entre los siglos IX y X, la franja de territorio entre los Pirineos y el río Llobregat es conquistada por los reyes francos para frenar el avance del califato. Las tierras están divididas en condados al frente de los cuales el rey nombra a unos condes y les encarga su defensa y su gobierno.

Inicialmente, los condes gobiernan en nombre del rey, pero a partir del siglo X no renuevan el pacto de vasallaje y empiezan a actuar con plena soberanía. Paso a paso, el condado de Barcelona se convierte en el nuevo centro de poder y recibe el vasallaje de otros condes. Al mismo tiempo, los condados inician su expansión conquistando territorios del califato de Córdoba, que defienden a través de una extensa red de castillos. 

La consolidación de un país

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El escudo con las cuatro barras (11b)

En el siglo XII, el matrimonio entre Ramon Berenguer IV, conde de Barcelona, y Petronila, princesa del reino de Aragón, sella la unión dinástica entre ambos territorios. A partir de ese momento, Cataluña y Aragón comparten el mismo soberano, pero cada territorio se sigue gobernando de acuerdo con sus leyes e instituciones y mantiene su lengua y sus tradiciones.

Paralelamente, se consolidan algunos elementos simbólicos. Ramon Berenguer IV fija el uso del emblema de los palos de gules sobre campo de oro en sus sellos y sus descendientes lo utilizan para dejar constancia de su patrocinio, por ejemplo, a través de este escudo procedente del claustro del monasterio de Santes Creus.

Con la fuerza de la unión, se emprende la conquista de nuevos territorios, que se incorporan a la jurisdicción de Aragón o de Cataluña. En ese momento, se utiliza ya el término Cataluña, tal como demuestran documentos sobre el gobierno de Ramon Berenguer III, como es el juramento de fidelidad hecho por los hombres de Carcasona o el Liber Maiolichinus, una crónica pisana de 1115.

La expansión mediterránea

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Mapa de la expansión de la Corona de Aragón por el Mediterráneo (13b)

Con la anexión de los reinos de Mallorca y Valencia, conquistados por Jaime I en el siglo XIII, la Corona de Aragón crece, a pesar de perder influencia sobre Occitania. Hasta el siglo XV sigue expandiendo sus dominios en Sicilia, Cerdeña y Nápoles, lo que favorece el impulso del comercio.

Entre los siglos XIII y XV, los mercaderes catalanes compiten por el control del comercio del Mediterráneo occidental y disponen de bases en Siria, Egipto y el norte de Europa, con el apoyo de consulados en los puertos principales. Este hecho impulsa el crecimiento de las ciudades que bullen de actividad comercial y artesanal. El buen momento que viven se refleja en la construcción de palacios e iglesias góticas como Santa Maria del Mar. Su importancia económica va acompañada de una creciente influencia política.

Pero a mediados del siglo XIV se empiezan a gestar una serie de crisis sociales y políticas que se agravan con la pérdida del impulso económico y la caída demográfica a causa de la peste y las malas cosechas.

En la periferia del Imperio

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Mapa de los dominios de Felipe II (18a)

En 1469, el matrimonio entre Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla marca la unión dinástica de los dos reinos que, a pesar de compartir monarca, siguen siendo gobernados según sus propias leyes e instituciones.

Los mapas de los siglos XVI-XVIII muestran que sus herederos, de la dinastía de los Austrias, gobiernan un vasto imperio en Europa y América, liderado desde Castilla. Cataluña, todavía debilitada por las revueltas y la pérdida de población debido al hambre y la peste, es un territorio periférico con poca capacidad de intervención en los asuntos generales. Las visitas reales son cada vez más esporádicas y las Cortes no se reúnen para debatir los problemas del país, lo que refuerza el papel de la Generalitat, que se erige en intérprete y protectora de las leyes y los pactos frente a la autoridad real. El enfrentamiento entre la monarquía y las instituciones catalanas será constante durante los siglos siguientes.

A partir del siglo XVI, se inicia la recuperación demográfica y económica. Se crean nuevas redes de producción e intercambio por todo el país, mientras que los campesinos ensayan nuevos sistemas de trabajo. La prosperidad de un sector del campesinado se refleja en la construcción de las grandes masías.

El himno de Cataluña

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Escenografía de la guerra de los Segadores (21)

El himno de Cataluña, Els Segadors, se basa en una canción popular que narra los hechos de la revuelta de los segadores el día de Corpus de 1640.

El alojamiento de miles de soldados desplazados al territorio fronterizo con Francia, en el marco de la guerra de los Treinta Años, provoca un grave malestar entre el campesinado. Un incidente en Barcelona entre un grupo de segadores y unos soldados desencadena una revuelta en toda Cataluña. La revuelta campesina da paso a la revolución política, encabezada por el presidente de la Generalitat, ante la amenaza de invasión del país por parte de las tropas reales.

A finales del siglo XIX, convertido en himno, Els Segadors se convierte en un símbolo entre los sectores catalanistas, y durante el franquismo se utiliza como una canción reivindicativa. En 1993, el Parlamento de Cataluña lo proclama himno oficial de Cataluña.

La guerra de Sucesión: la pérdida de las instituciones

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Decreto de Nueva Planta (22g)

La guerra de Sucesión, de 1701 a 1714, es uno de los episodios clave que han marcado la historia de Cataluña. Tras la muerte de Carlos II, la sucesión al trono de la Monarquía hispánica es disputada entre Felipe de Anjou, con el apoyo de Francia, y Carlos de Austria, con el apoyo de Austria, Inglaterra y los Países Bajos. A pesar de haber reconocido inicialmente a Felipe como rey, Cataluña y los territorios de la Corona de Aragón respaldan a Carlos de Austria, que establece la Corte en Barcelona.

La victoria militar de Felipe V comporta para Cataluña la abolición de sus instituciones políticas, como las Cortes y la Generalitat, y de las leyes propias. El decreto de Nueva Planta (1716) impone un gobierno absolutista, con la figura del capitán general como primera autoridad civil y militar. Desaparecidas las instituciones, se confiscan los impuestos y se crean otros nuevos. Se cierran las universidades, que son sustituidas por la de Cervera, y el catalán es prohibido progresivamente en el ámbito público.